Al hablar sobre suicidio muchas veces no se cae en cuenta de la importancia de este tema; nos puede llegar a parecer infrecuente o poco posible que pase dentro de nuestro círculo social o familiar. A través de los años se ha convertido en un tema tabú, ya que existe el miedo a que algún conocido realice este acto.

Muchas personas creen que si se habla sobre este problema se puede animar a otros a llevar a cabo tal acción. Al contrario, es importante que se hable sobre esta problemática y reconocer que el suicidio aumenta sus cifras de manera alarmante todos los días. El conocer sobre el suicidio nos puede ayudar a interpretar las señales de peligro y poder auxiliar, apoyar e incluso prevenir a las personas en riesgo.

Tratar el tema del suicidio es muy complejo debido a que en él intervienen muchos factores. Además, es fácil caer en estereotipos sobre el suicidio, en mitos o en argumentos morales que perjudican el apoyo a la persona o familiares. Sin embargo, hay que evitar quedarse indiferentes ante la gran dimensión de este problema.

En 1976, la Organización Mundial de la Salud (OMS), definió el suicidio como todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un grado variable de la intención de morir. Es decir, es el acto de quitarse deliberadamente la propia vida. Hay que entender que el suicidio se convierte en un mecanismo de defensa ante la propia desesperanza, el miedo al futuro o fracaso, la incapacidad de adaptarse al mundo y las exigencias que la sociedad nos impone.

Las conductas suicidas abarcan un amplio espectro: desde la ideación suicida, la elaboración de un plan, la obtención de los medios para hacerlo, hasta la posible consumación del acto. Por esta razón, hay que estar atentos a las señales de alerta que muestran las personas con ideaciones suicidas. Estas señales pueden llegar a ser un grito de ayuda y nos da la oportunidad para intervenir e intentar prevenir dicho acto.

 

¿Qué comportamiento presenta una persona que quiere suicidarse?

 

La persona que quiere hacerse daño suele presentar alteraciones en las emociones, pensamientos, comportamientos y en sus hábitos. Dentro de estos cambios se pueden manifestar:

  1. Cambios en el comportamiento: puede incrementar el consumo de alcohol y drogas, actividades extremadamente riesgosas y conductas autodestructivas. Se alejan de sus familiares, amigos y grupos sociales. Existe la pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba. Pueden presentar cambios repentinos en los patrones de sueño y alimenticios.
  2. Pensamiento: mantienen el pensamiento que las personas van a estar mejor sin ellos. Consideran que su vida no tiene valor y existe el deseo de automutilación. Preocupación o pensamientos constantes sobre la muerte.
  3. Sentimiento: están presentes los sentimientos de culpa, vergüenza, desamparo, rabia, odio a si mismo y depresión. Sentimientos de impotencia, desesperanza y de estar atrapado “sentir que no hay salida”. Existe la creencia de que las cosas nunca van a mejorar o cambiar.

Es importante estar atentos si se llegaran a presentar estos cambios en un familiar o conocido. Si usted ve los signos de advertencia de suicidio en alguien cercano, ofrézcale su apoyo y busque ayuda inmediata de un profesional de la salud mental.